05/12/2011

El agro y la Argentina, ejes de los debates

Una reunión mundial sobre soluciones agrícolas, organizada por Basf, destacó el rol estratégico de Brasil y de nuestro país.
PorSERGIO PERSOGLIA

El Cono Sur, básicamente Brasil y Argentina, ocupa hoy un lugar central en los proyectos de los líderes mundiales de la cadena de producción de alimentos. Hace pocos meses,Clarín Rural lo comprobó en EE.UU., hablando con grandes proveedores globales de semillas, productores, y especialistas en universidades y ferias agrícolas. Ahora, este diario recogió una visión similar en Europa, específicamente en Ludwigshafen, Alemania, donde el gigante químico Basf tiene su sede central y reunió a periodistas de los principales medios del globo para analizar el futuro de esta industria, de la agricultura y, en definitiva, de la alimentación de la humanidad.

Todos los invitados llegaron aquí con sus propios intereses. Los de India, China, Africa, EE.UU. o Europa, los plantearon. Para la Argentina, quedaron muchos puntos interesantes de este Simposio Global de Soluciones Agrícolas. Para empezar, un detalle que marca el lugar que ocupa nuestro país y las expectativas que se tienen sobre él: al dividir a las naciones del mundo por su poderío agrícola, los anfitriones armaron tres grupos: los mercados consolidados, América Latina (centralmente Brasil y Argentina) y, luego, los emergentes, la categoría en la que, en muchas otras áreas, se encuentra nuestro país.

Esta distinción la hizo Markus Heldt, presidente de la división de Protección de Cultivos de Basf en el mundo, al mostrar la facturación actual y proyectada de ese negocio dentro de la compañía, que pasará de 4.000 millones de euros en 2010 a 6.000 en 2020. “Vemos un gran potencial de crecimiento en soja y caña de azúcar en América Latina”, indicó el ejecutivo, en línea con el discurso que los líderes globales del sector recitan sobre nuestra región.

En ella se depositan buena parte de las esperanzas para producir más alimentos para los 7.000 millones de personas que hay hoy en el mundo, que podrían ser 9.000 hacia el 2050. La manera, está claro, pasa por un combo de expansión de superficie (más en Brasil que en Argentina) y aumento de la productividad. Pero este incremento debe hacerse con eficiencia y sustentabilidad.

Como dijo Peter Eckes, presidente de la división de Ciencias de las Plantas (Plant Science) de la compañía alemana, hay que hacer “más con menos” y ese debe ser “el credo de la agricultura sustentable”. Justamente, en el camino de más con menos y la agricultura sustentable, la Argentina tiene mucho que decir.

Los cultivos transgénicos permitieron incorporar masivamente en nuestro país el sistema de la siembra directa, que deriva en un fuerte ahorro de recursos contaminantes y permite una mayor protección de los suelos, entre muchas ventajas. Pero, además, las múltiples herramientas derivadas de la investigación biotecnológica abren las puertas, junto con eso, a una mayor productividad.

Como mostraron las cifras difundidas en Alemania, Argentina está tercero en el ránking mundial de países con mayor cantidad de hectáreas sembradas con cultivos transgénicos, detrás de EE.UU. y Brasil. Pero, a nivel global, sólo el 10% (148 millones de hectáreas) de la superficie agrícola se trabaja con estos métodos.

Esto marca el potencial de crecimiento que tienen estos cultivos, a medida que su adopción se vaya expandiendo por el mundo. “Estamos convencidos de que los productos GM (genéticamente modificados) se irán convirtiendo cada vez más en una parte integral de la agricultura sustentable”, pronosticó Eckes. Sus palabras tienen más fuerza aún por el hecho de que vienen de una gran empresa alemana, en el corazón de Europa, donde los transgénicos todavía generan muchas resistencias.

Entre las herramientas que están llegando para el futuro, indicó que están trabajando en la combinación de eventos biotecnológicos para brindar a las semillas mayor rendimiento; incorporar proteínas, tolerancia a calor y a sequías, al frío y a la sal; más eficiencia en el uso de nitrógeno, y permitir que se fabriquen luego alimentos con vitaminas y enzimas específicas, entre otros avances.

En este camino, como Basf no tiene un negocio propio de semillas, trabaja con socios estratégicos, como Monsanto en soja, maíz y trigo (entre otros cultivos) o Bayer en arroz.