Serían, entonces, 6.260 millones de dólares más que en el ciclo anterior (un alza de 22 por ciento).
Pero, como parte de esta producción se vende en el mercado interno y además el ciclo agrícola no coincide con el año calendario, los ingresos esperados por exportaciones son inferiores: 28.170 millones de dólares, entre granos y derivados.
Esto significa 5.020 millones más que los obtenidos en 2018.
Lo interesante del cálculo es que Garzón lo desagregó por día: entre junio y agosto, cuando suele incrementarse el flujo de dólares, ya que se culmina la cosecha de soja y entra en su etapa final la de maíz, el ingreso diario de divisas podría ubicarse en torno a 128 millones de dólares, 47 por ciento por encima de los 87 millones de 2018.
Se trata de los meses previos al inicio del calendario electoral con las elecciones Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (Paso): esta mayor entrada de dólares sería clave para estabilizar el escenario financiero y, a la vez, calmar la inflación.
De todos modos, Garzón aclaró que se trata sólo de un ejercicio teórico que, para que se vea en la práctica, depende de múltiples variables como el clima, los precios internacionales y la posibilidad que tienen las aceiteras y las cerealeras de liquidar las divisas en un plazo distinto al momento en el que se produce la exportación.