06/04/2015

Sojeros ponen la cabeza en boca del león: 70 por ciento de ventas es a fijar precio

El problema es que el valor se lo pone el comprador porque por segundo año consecutivo la Pizarra de la Bolsa de Rosario casi no se usa como referencia de negocios.

En lo que va del año, según el Ministerio de Agricultura, se comercializaron 10.519.000 de toneladas de soja de la campaña 2014/2015, de las cuales el 73% se negoció bajo la modalidad a fijar precio (productor entrega de manera inmediata la producción y el valor a cobrar se define más adelante) cuando el año pasado para esta fecha las operaciones a fijar representaban el 36% y el promedio de los últimos tres ciclos es del 47%. Y, para agregarle más dramatismo a este cuadro comercial, en casi la totalidad de esas futuras fijaciones el productor acordó hacerlas en base al precio que ponga el comprador porque por segundo año consecutivo la exportación dejó de usar la Pizarra de la Bolsa de Rosario como referencia para esos negocios mientras que otras alternativas (como fijar por precios de mercados de futuro) no terminaron de cuajar.


¿Por qué son riesgosas para el productor las operaciones a fijar? Porque entrega su producción sin ponerle precio. Pero en esta campaña el riesgo extra es que acordó que el precio se lo ponga el comprador, y la experiencia del año pasado no dejó muy conformes a los vendedores. ¿Y por qué las hace el productor si son tan riesgosas? Porque al entregar se ahorra los gastos de almacenamiento, más cuando tiene poco espacio en silosbolsa y acopios porque hay mucha cosecha vieja todavía sin vender. Y, sobre todo, porque como cree que habrá una devaluación apuesta a que por vía de la modificación del tipo de cambio reciba un mejor valor por la cosecha.



¿Y por qué el comprador las prefiere como fuente de originación? Porque consigue hacerse de la mercadería cuando los precios de venta no son tentadores. Pero sobre todo porque ahora son ellos los que ponen el precio. En efecto, el año pasado dejaron de usar la Pizarra para las fijaciones convencidos de que la ponderación que hace de los valores de los mercados a término para su cálculo son excesivas (y a veces hasta están inflados por operaciones financieras) y por eso arrojaba precios artificialmente altos. Y como encontraron condiciones macro que hicieron que el productor esté muy interesado en vender a fijar, sin importar la condición, ya no quieren dejar de tener la sartén por el mango. Ahora la Pizarra sólo se usa para operaciones particulares (no abiertas) como las fijaciones en las que el comprador financia el almacenamiento al productor para que este le entregue la soja en el segundo semestre asegurándose así el abastecimiento todo el año.


Lo cierto es que, aún con todos sus defectos, la Pizarra le garantizaba al vendedor un precio de fijación que surgía de una puja entre oferta y demanda. Ahora, si bien es cierto que el exportador no puede poner el precio que quiere, tiene más margen de maniobra y es, en el fondo, un pasó atrás en la institucionalidad del comercio cuando lo mejor hubiese sido superar los problemas de la Pizarra fijando por mercados a término o sobre Chicago. Es más, en la actualidad el debate es elegir cuál es la boca de león en la que más le conviene al productor poner su cabeza. Hay operadores que prefieren jugar con los grandes exportadores porque sostienen que con ellos se puede negociar más al momento de fijar, mientras que los compradores no tradicionales son más duros porque están más agarrados al negocio del día. Pero también hay operadores que aseguran que los compradores no tradicionales son más persuadibles de fijar por Pizarra porque no tiene un mercado diario de compra.