Los fondos han motorizado las mejoras y serán ellos los primeros en ubicarse en la puerta de salida. Manuel Alvarado Ledesma - AGROSITIO.
Está muy claro que los precios se mueven en suba. La soja, particularmente.
O mejor dicho, estaba muy claro hasta hace una semana.
Porque no hay duda alguna: no es lógico creer que este proceso positivo sea interminable.
Algunas débiles señales de agotamiento en el proceso de subas de precios ya se empiezan a notar. Días pasados el precio de la soja en Chicago llegó a tocar el techo de u$s 550 y luego la tendencia empezó a mostrar quiebres.
Después de varias semanas de alzas en Chicago, la semana pasada, el contrato más negociado con vencimiento en julio mostró una caída.
Y hoy 7 de mayo, los futuros se establecieron en baja.
Ciertamente, son los fondos los que han motorizado las mejoras y serán ellos los primeros en ubicarse en la salida.
Como sabemos la U.E. sigue revelando signos de alarma que permiten, pese a todo, una suave recuperación del dólar respecto al euro, y así graves peligros penden sobre los mercados agrícolas, especialmente sobre la soja.
Los fondos tienen una especial percepción para detectar los cambios de tendencia y, por lo tanto, tratan de adelantarse a los nuevos movimientos acentuando tales modificaciones. Y el jueves, habrá mayor conocimiento sobre las estimaciones cuando el USDA publique sus cálculos.
El tema es delicado para la soja que muestra un posicionamiento neto comprado en niveles récord.
El resultado electoral de Francia y Grecia no alientan el optimismo. De hecho, es posible que la novedad estimule la reflexión y que, en consecuencia, los operadores busquen cambiar sus posiciones.
Los agentes económicos prefieren saber que se imponen planes de austeridad y estricta racionalidad ortodoxa a cualquier opción que los evite. De esta forma, los fondos pueden estar tentados a buscar una salida rápida, cuando se aprestan a tomar acción gobiernos de corte más heterodoxo.
Cualquier mejora del dólar, a su vez, repercute inmediatamente en la competitividad del sector y, por ende, disminuye las posibilidades de exportación frente a un mercado como el europeo que tiende a contraerse si el euro eleva su valor.
Sin embargo, el cambio de tendencia no se revela con claridad y es posible que demore todavía bastante tiempo más. La baja no aparece con firmeza ya que se siguen recibiendo noticias sumamente negativas sobre la producción que finalmente tendrá América del Sur.
Por ejemplo, tanto Oil World como la Bolsa de Cereales de Buenos Aires ya estiman una producción próxima a 40 millones de toneladas para la Argentina.
Es que los fundamentals siguen firmes. Los principales se basan en que:
A. La producción de Paraguay, Argentina y Brasil ha sido muy mala. Y para la nueva cosecha todavía falta mucho tiempo. Recién en marzo del año que viene, ingresará el resultado de la campaña que se está iniciando.
B. La demanda es fuerte, ya que China hasta finales del año pasado estimaba que Sudamérica haría un gran aporte a la oferta mundial; y hoy, frente a la cruda realidad, apura compras para mejorar sus reservas. En este encuadre, y a contrapelo de lo que ha sucedido en otros años, las importaciones provenientes de EE.UU. se han incrementado.
Frente a este cuadro, está pasando algo inédito: los precios de la mercadería local se asemejan a los de la procedente de EE.UU.
C. La intención norteamericana de siembra de la oleaginosa, ciertamente reducida, promueve la importación adelantada y/o cierre de negocios antes de lo pensado.
Así están las cosas. Para lo muy inmediato y pese a la posición sobre comprada de los fondos, no deberíamos aguardar una visible baja. Al menos pronunciada.