12/12/2011

¿Qué pasa con la soja?

En el mercado internacional, las bajas de los valores de la soja son producto, más bien, del contexto financiero mundial que contrae la demanda. Desde el pico de principios de año, el valor de la oleaginosa ha perdido cerca de un 25%.

La explicación del fenómeno no se encuentra en los fundamentals sino, básicamente, en la crisis que, nacida en Estados Unidos, golpea duramente la estructura constitutiva de la Unión Europea y, ahora, parece ingresar en mercados como China, India y Brasil.

La acción vendedora de los fondos de inversión, en este cuadro, castiga crudamente al mercado de commodities agrícolas. Vale, así, recordar una verdad de Perogrullo: las expectativas forman, también, el precio de la soja. Y ellas, obviamente, no son favorables.

En el plano de las previsiones, preocupa principalmente China. La industria privada china está recibiendo el impacto de la crisis de deuda europea, puesto que la Unión Europea es su mayor mercado de compra. Y si bien, el gobierno chino ha puesto su política económica en la promoción del crecimiento, podemos esperar una moderación en el ritmo de aumento del PBI.

Pero la realidad es que, en términos históricos, aún con las bajas recientes, el precio sigue siendo elevado. Para quien duda de esta aseveración, vale recordar que, en los primeros 8 años de la década pasada, el FOB Chicago giró en torno a u$s 250 por tonelada. Y en los primeros tres, sólo u$s 185.
Si se estabilizara en un nivel próximo a 400 dólares, el precio sería interesante. Interesante, en función de la historia del negocio. Pero, preocupante para el Gobierno que parece haber proyectado valores en base a supuestos optimistas.

En tal caso, vale preguntarse: ¿es posible que el precio vuelva a los valores de de principios de la década pasada?

Independientemente de lo que suceda con la oferta de una campaña y la demanda de un año, una visión estructural mostraría que el centro del mercado mundial se desplaza, año a año, desde una posición occidental a otra más ligada con Oriente.

Al desplazar -aunque sea en forma parcial- su estrategia de autoabastecimiento basada en la agricultura familiar, los países de Europa del Este y China han modificado la situación de la demanda. A ello, debe sumarse el comportamiento tan próximo al concepto de libre empresa que muestran países como Brasil e India.

A consecuencia de estos fenómenos, el aumento de la demanda se registra fundamentalmente en los mercados emergentes, donde se aprecia una verdadera irrupción de la clase media, con una elevada propensión al consumo de alimentos y de productos del agro. A su vez, el grado de aumento de la población de los emergentes resulta casi del doble que el de los desarrollados.
La clase media de los países en desarrollo y emergentes creció del 33% (1990) a más del 50% en la actualidad, es decir, de 1.400 a más de 2.600 millones de personas. La clase media de China e India es ya más del 50% del total mundial.

Participa también del aumento de la demanda de soja, la creciente demanda de biocombustibles. Por ello, podríamos sostener que los precios habrán de estar más cerca de u$s 400 que del promedio histórico. La noticia es buena, pero no grata para un Gobierno que requiere un altísimos precios para sostener el modelo.