22/11/2016

La soja no cae en Chicago: ¿Milagro?, se pregunta Enrique Erize

El “efecto Trump” y el fortalecimiento del dólar, más las amenazas chinas de que en el 2017 aumentarán el área sojera se suman a la tercer cosecha récord consecutiva de soja en EE.UU. Todo pareciera alinearse para justificar las tantas veces anunciadas bajas de los precios en Chicago por parte de analistas y operadores. Sin embargo, la soja no se cae. ¿Milagro? No, DEMANDA. AGROVERDAD

Así comienza un artículo del presidente de la Nóvitas, Enrique Erize, publicada en el sitio web de la consultora. (A propósito: ayer la oleaginosa subió casi 10 dólares en Chicago. En nuestro mercado se mantuvo en $ 4.000 o algo por encima de ese nivel sobre Rosario: fábrica de Córdoba, $ 4.070).
¿Cómo se explica –continua interrogándose Erize- que los precios no aflojen ante el ingreso de una cosecha superlativa en EE.UU. y un nivel de stocks inédito en Argentina? Sencillo. Semana tras semana, el USDA reconoce que las exportaciones estadounidenses de poroto superan las expectativas y que la molienda bate récords históricos.
A esta altura del partido, el USDA ya podría ser acusado de “subestimador serial” de la demanda. Pero el tema es algo más “complejo”.
Es nuestra opinión que Sudamérica mostrará un recorte del área sojera por primera vez en la historia y esta circunstancia no es casual. Es sólo un anticipo de lo que vendrá. La “fiesta productiva” de la soja sudamericana pierde intensidad. El crecimiento del área se tornará negativo o, en el mejor de los casos, se ralentizará. Ello, porque los números en Brasil ya no son alentadores y porque Argentina deberá repensar el mix de asignación de superficies agrícolas que ha primado en la última década. Por “las buenas o por las malas” (señales del mercado, política activas que alienten otros cultivos y usos o ley de rotación de suelos), nuestro país asistirá a un crecimiento del área destinada a maíz, girasol y sorgo en detrimento de la oleaginosa.
Es obvio que China “palpita” semejante desenlace y es por eso que han decidido “venir por todo”. Los chinos tienen dos maneras de abastecer su insaciable apetito de proteínas vegetales. Gritar al mundo desde Dalian o desde Shanghai que quieren comprar soja y poner los dólares en cotizaciones FOB o, en su defecto, posicionarse en América del Sur físicamente. Comprando empresas, construyendo puertos o invirtiendo en barcazas. Interesante desafío para las multinacionales que han venido liderando el ranking de exportadores de granos de Argentina por décadas.