16/04/2018

Importación de soja: cómo siguen los precios locales

Por la sequía, la producción de la oleaginosa se redujo alrededor del 30%. Las fábricas locales salieron a comprar fuerte mercadería del exterior y en este escenario enrarecido se suma la pelea EE.UU.-China. ÁMBITO

DANTE ROMANO
Profesor e investigador (*)

Nuestro país es el tercer productor mundial de soja, y el primer exportador de aceite y harina. El año pasado exportamos más de 7 millones de toneladas de la oleaginosa. Por todo esto resulta difícil de digerir que operadores argentinos hayan cerrado compras por 240.000 toneladas de soja norteamericana y unas 120.000 toneladas de Brasil. Sin embargo, se conjugaron la mala cosecha Argentina con la guerra comercial entre China y EE.UU., y los diferenciales de precio se hicieron tan altos que esta situación se terminó concretando.

Argentina partió de una producción de 54 millones de toneladas que ahora se proyecta en 37 millones. Pero esta caída del 30% tiene implícita la "ley de los grandes números". Hay productores que pierden mucho más que eso y otros que compensan. Los que sufrieron pérdidas importantes, quieren trillar, cumplir los compromisos de entrega contraídos, y esperar a ver cuánto les queda para tratar de compensar vía precios algo de la merma productiva. 

Por su parte, los que tuvieron más suerte, ven en la caída de precios y la necesidad de mercadería de los compradores señales de que podrán vender a valores todavía más altos. El resultado es que los precios locales se dispararon, pero a pesar de ello las ventas brillan por su ausencia.

Esta situación es lógica y entendible, y se ha dado también en las últimas secas importantes. En el 96/97, en el 2008/09 y en el 2011/12. Pero lo cierto es que nuestro país no es el único productor de soja. Brasil está con una cosecha récord. Se empezó pensando en 106 millones de toneladas y ya se proyectan 119 millones de toneladas. En tanto EE.UU. cierra su ciclo comercial con un stock que pasó de 8 a 14 millones de toneladas y se apresta a sembrar una superficie 400.000 hectáreas menor que la del año pasado, pero que arrojaría de todas formas una cosecha exuberante si el clima acompaña.

Por esto los precios no pueden dispararse al infinito, y en todos estos años terminó pasando lo mismo: cuando los precios de Argentina se distanciaron mucho de los valores de los otros países, aparecieron operaciones donde nuestro país compraba la materia prima para moler, y los valores ajustaron a la baja.

Sin embargo, este año tenemos un componente adicional: la pelea comercial entre EE.UU. y China que terminó llevando a una distorsión de precios, ya que China dispuso un arancel de 25% a las importaciones de soja norteamericanas. El problema es que si los compradores chinos quisieran reemplazar las 32 millones de toneladas que compran de EE.UU. por soja Sudamericana, sólo lograrían conseguir 15 millones de toneladas. El resto debería salir de Norteamérica de todas formas. Y aquí se abre un espacio de 25% para triangular negocios entre estos dos grandes gigantes. 

Nunca estuvimos en esta situación, por lo que es muy difícil saber hasta dónde pueden llegar los precios, pero como esta es una cuestión política, así como se armó puede volver a la normalidad en el momentos menos pensado. Especialmente teniendo en cuenta que esta guerra comercial entre los dos grandes gigantes genera pérdidas para ambos.

Para sumarle un componente adicional, tenemos que contemplar que si Norteamérica tuviera un traspié climático en esta campaña, los precios podrían catapultarse. Pero con una posición de fondos especulativos muy comprados, si todo sale bien y la situación EE.UU.-China se normaliza, la baja puede ser pronunciada también.

¿Qué hacer en este contexto? Poner un piso para noviembre por encima de u$s300 por tonelada, y esperar a ver si los astros se terminan alineando para que el productor argentino encuentre el desquite, sin correr riesgos desproporcionados.

(*) Del Centro de Agronegocios y Alimentos de la Universidad Austral.