Los operadores recibieron con optimismo la noticia de que el presidente Donald Trump y su homólogo chino, Xi Jinping, mantuvieron una conversación telefónica en la que acordaron avanzar con nuevas negociaciones comerciales. Aunque no se compartieron detalles concretos ni fechas, el simple hecho de que ambas naciones continúen abiertas al diálogo generó una reacción positiva en el mercado.
Sin embargo, las cifras recientes de exportaciones estadounidenses revelan un panorama mixto. Los analistas bajistas señalan que el arranque lento de las ventas de nueva campaña de EE.UU. es preocupante y que, si las conversaciones con China se estancan, la demanda de soja estadounidense podría enfrentar un escrutinio creciente.
A esta incertidumbre se suma la falta de claridad en la política de energías renovables, especialmente en lo que respecta a la demanda doméstica de soja para biocombustibles. Si bien el USDA ha proyectado un aumento en la molienda interna en EE.UU., los operadores se muestran cautelosos: la falta de avances legislativos podría hacer que esas proyecciones sean reevaluadas.
Desde una perspectiva global, los inventarios de soja siguen siendo más abultados que los del maíz o el trigo, lo que limita el margen para un repunte sostenido en los precios sin la intervención de factores externos como decisiones políticas en Washington o condiciones climáticas adversas hacia finales del verano.
En resumen, aunque el diálogo entre EE.UU. y China ofrece un respiro momentáneo, los fundamentos del mercado de soja siguen presionados por interrogantes clave sobre la demanda, tanto externa como interna.
China atraviesa una situación climática crítica con impactos directos en su producción agrícola. Mientras el norte del país experimenta lluvias torrenciales y riesgos de inundaciones más severas que el promedio histórico, el centro y sur enfrentan una intensa sequía que ha reducido significativamente los rendimientos de cultivos como el trigo. Las autoridades meteorológicas han advertido sobre la posibilidad de eventos extremos continuos, lo que genera incertidumbre en las zonas agrícolas más importantes del país.
Ante esta situación, el gobierno chino ha implementado un plan de prevención de desastres para intentar proteger las cosechas y mitigar los efectos del clima. Sin embargo, los expertos alertan que los desafíos podrían intensificarse si las condiciones actuales persisten, afectando no solo la seguridad alimentaria interna, sino también los flujos globales de comercio agrícola. La combinación de sequía e inundaciones representa un problema estructural que requerirá respuestas sostenidas en el tiempo.
Un reciente modelo climático estadounidense (GFS) muestra una posible tendencia hacia condiciones más secas en el cinturón agrícola del medio oeste de EE.UU., lo que ha despertado cierto optimismo en el mercado de granos. Esta perspectiva más seca podría presionar al alza los precios del maíz y la soja si se confirma en los próximos días. Sin embargo, otros modelos, como el europeo, continúan proyectando un clima más húmedo, lo que genera dudas sobre cuál escenario prevalecerá finalmente.
La harina de soja muestra una tendencia lateral en los mercados internacionales, reflejando señales mixtas entre una demanda externa que se mantiene firme y una oferta global que continúa siendo amplia. Mientras algunos orígenes logran mayor fluidez comercial, otros enfrentan dificultades para consolidar una recuperación sostenida. En este entorno, los operadores siguen atentos a la evolución de la demanda asiática y a las estrategias logísticas que permitan mantener la competitividad entre orígenes exportadores.
Pese al efecto temporal del contacto diplomático, el mercado ya ha vuelto a centrarse en sus fundamentos. Las condiciones climáticas en el Cinturón del Maíz de EE.UU. no presentan amenazas relevantes para la próxima cosecha por el momento, mientras el desarrollo de los cultivos y la evolución geopolítica siguen siendo monitoreados de cerca. A esto se suma la expectativa por los informes clave del USDA: este jueves se publicará el nuevo reporte mensual de oferta y demanda, y hacia fin de mes se conocerán las cifras actualizadas de área sembrada, datos que podrían ser decisivos para los próximos movimientos del mercado.
La confianza del mercado agrícola se mantiene frágil, sostenida por fundamentos mixtos y una elevada sensibilidad a cambios tanto en el clima como en la política comercial internacional. Con el informe mensual del USDA previsto para el jueves 12 de junio, esta semana será determinante para definir el rumbo del mercado. A su vez, la política energética de Estados Unidos, en particular las decisiones pendientes de la EPA sobre biocombustibles, podría alterar la dinámica del complejo oleaginoso, donde el aceite continúa liderando la tendencia. En este escenario, la volatilidad se mantendrá elevada mientras los operadores buscan mayor claridad sobre oferta, demanda y decisiones regulatorias.