La trilla –separación del grano de la paja– en los campos de girasol del Chaco logró expandirse ante la ausencia de lluvias en la región y también por las elevadas temperaturas, según un informe de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires. Muchos productores optan también por el uso de desecantes químicos para apurar la cosecha y evitar así mayores pérdidas por el accionar de loros y palomas. EL CRONISTA

Durante las últimas zafras, el porcentaje de pérdida en el área girasolera por efecto de las aves resultó cuantioso, en especial en amplias áreas de Santiago del Estero, Chaco, norte santafesino, Entre Ríos y La Pampa. En lo que hace a la cosecha de girasol, en el noreste argentino la recolección de granos ronda actualmente el 30% del área cultivada durante la presente campaña.

En Formosa, los plantíos de esta oleaginosa no sufrieron por falta de humedad en los suelos, y los rendimientos cotejados hasta el momento resultan buenos para la producción. Hacia Santiago del Estero, donde la superficie de girasol sembrada decrece año tras año, los rendimientos se ubican en torno a los 10 y 24 quintales por hectárea, cifra aceptable. En el Chaco, donde el productor apostó fuerte al girasol, los resultados van a depender en definitiva de las precipitaciones, de gran heterogeneidad debido al efecto de “La Niña”. Más allá de esto, los rendimientos esperados resultarían buenos.