En la oleaginosa, bajó la producción de harina. En el país vecino, exportaciones agresivas jugaron en contra. AMBITO.
Por: Dante Romano
El mercado de granos sigue mostrando subas muy fuertes. Los problemas climáticos en Sudamérica están por detrás de esto. En el caso de soja las pérdidas en calidad y cantidad por las lluvias excesivas en nuestro país están poniendo mucha presión a los precios de la harina, mientras que en maíz, la falta de humedad en el noroeste de la zona agrícola complicó la producción e inspiró las subas.
El problema de la producción de soja en la Argentina no impactó tanto en lo que tiene que ver con el poroto en sí, sino con los subproductos, y específicamente con la harina. Esto ocurre porque si bien junto con Brasil y EE.UU. nuestro país es el tercer gran productor de la oleaginosa, sus exportaciones son menores. A diferencia de los otros países, el grueso de la soja argentina se procesa, y luego los subproductos obtenidos se exportan casi en su totalidad. Esto hace que Argentina sea el mayor exportador de harina de soja. Las importaciones en tanto están muy repartidas, con Europa a la cabeza, y una multitud de otros compradores luego. El hecho de tener menor oferta de materia prima, y con problemas de calidad que dificultan obtener harinas con contenido de proteínas elevados, termina haciendo que los compradores deban buscar reemplazo en otros países. Así la demanda se deriva a EE.UU. y Brasil, mercados que experimentan una suba muy fuerte.
Adicionalmente los comentarios indican que la conversión de harina de soja en carne en China y otros países del mundo arroja muy buena rentabilidad. Ello está llevando a que la demanda se active, en momentos de una oferta retraída, generando de esta forma subas que se están espiralizando. En cuanto al maíz en Brasil, veníamos de una campaña de exportación tan agresiva que había dejado al país del Mercosur casi sin stocks. En función de ello detuvo sus exportaciones e incluso llegó a comprar maíz desde la Argentina. Esto derivó demanda a EE.UU. Pero adicionalmente a ello, la cosecha de segunda o safrinhia, que desde hace años supera en importancia a la de primera, viene muy complicada. Se debió sembrar más tarde porque se extendió la trilla de soja, cultivo antecesor del maíz de segunda, y por otro lado las lluvias estuvieron muy por debajo de lo normal. Esto llevó a SAFRAS a reducir la proyección de producción a 78,9 millones de toneladas de 88,4 millones del año anterior y 81 millones estimadas por el USDA (Departamento de Agricultura de EE.UU.). La situación está pasando de castaño a oscuro, ya que los valores del maíz en Brasil se dispararon, y los polleros al no conseguir alimento balanceado, están reportando una alta mortandad de animales.
Estamos hablando de que se perderían 10 millones de toneladas de maíz. La pregunta aquí es qué tan significativo es esto, ya que los stocks pronosticados para el cierre de la cosecha de EE.UU. son de casi 55 millones de toneladas. Para responderlo digamos que si EE.UU. debe atender exportaciones por 8 millones adicionales, sus stocks/consumo bajarían de los actuales 13,3% a 11%, siendo los mismos todavía mayores al promedio histórico (13,3%), pero claramente más ajustados.
En tanto en trigo no estamos teniendo noticias claras, ya que mientras en EE.UU. hay lluvias sobre el cierre del ciclo que generalmente ocasionan problemas de calidad y cantidad, en otros países de Europa y Europa del Este la campaña viene muy bien. Sin embargo, por el lado de la demanda, Brasil estaría interesado en comprar 3 a 5 millones de toneladas de trigo de EE.UU., lo cual no es para extrañarnos si tenemos en cuenta que por la baja calidad de nuestra producción Argentina deberá recurrir a trigo de Paraguay.
Dicho todo esto, los comentarios apuntan a seguir siendo muy prudentes con las ventas de soja, pero sumando ahora a las de maíz, cuyos números pueden cambiar de la mano de Brasil. En trigo, si bien la situación internacional está con mucho stock, localmente la baja disponibilidad de trigo de calidad y las necesidades de Brasil hablan de un precio sostenido en el disponible. A cosecha nueva, la presión de ventas podría hacer que el precio actual, que está muy cerca del teórico termine siendo muy buen negocio.
(*) Profesor investigador del Centro de Agronegocios de la Universidad Austral.