Síntesis: La inflación complica, pero no ahoga la reactivación.
La inflación de febrero, de 2,5 % según el INDEC, junto con los primeros datos de evolución de precios en marzo, anticipan que el Banco Central habrá de seguir con su actitud conservadora, manteniendo la tasa de interés de corto plazo en 24,75 % anual por bastante tiempo más. No será la política monetaria uno de los motores de la reactivación, por lo menos en este primer semestre del año, ya que sigue siendo amplia la brecha entre lo que espera el mercado (20,8 % de inflación anual para 2017) y la meta del Banco Central, con un techo de 17 %. Se configura así un rebote del nivel de actividad que puede describirse mejor por sectores y por políticas específicas que por medidas transversales y comportamientos homogéneos. Al impulso inicial de la agroindustria se agregaron con fuerza en los últimos meses los contratos de obra pública e inversiones asociadas a energía eólica y solar, junto con los primeros efectos de la mayor disponibilidad de caja de las empresas de distribución de gas y electricidad. A esto puede sumarse el intento de "sustituir importaciones" en gas y en turismo, dos sectores con enorme sangría de divisas. En el primer caso, aplicando un "precio sostén" atractivo, que podría multiplicar las inversiones en Vaca Muerta y, en el segundo, con el abaratamiento de las conexiones aéreas del interior del país, a través de las sucesivas autorizaciones para compañías de bajo costo. En cambio, el sector manufacturero puede quedar como la "Cenicienta" de la recuperación, con una transición más larga y compleja, en la búsqueda de mayor competitividad.