Síntesis: La mejora de la economía, ¿electoral o duradera?.
La relativa quietud del tipo de cambio, el hecho que los salarios en dólares en los últimos doce meses estén aumentando casi un 10 por ciento, son rasgos de una economía en clave electoral. ¿Será que el 2017 no se habrá de diferenciar de los años impares precedentes y que, por ende, en 2018 la economía volverá a entrar en recesión?. Hay bastante distancia con 2015 ó 2013 como para poder asegurarlo. El dólar planchado no es el subproducto de controles (los cepos), la inflación está desacelerando de forma menos artificial, ya que han ocurrido ajustes de tarifas, la reactivación luce más firme, al ser traccionada por la agroindustria y la inversión pública, en lugar del consumo. Otra diferencia relevante es que el gasto público consolidado (nación, provincias y municipios) este año estaría recortando 1 punto del PIB, cuando en 2013 aumentó 1,5 puntos porcentuales y en 2015 lo hizo nada menos que 3,7 puntos del PIB. En la medida en que se aleje la idea de una futura crisis fiscal, la inversión privada podría dar señales más contundentes, aunque no deberían menospreciarse los datos de coyuntura, ya que la importación de bienes de capital crece 17,2 % interanual en lo que va del año, y ya supera en 7,0 % los guarismos de 2015. Estas tendencias podrán acentuarse cuando se confirme que la reactivación no habrá de agotarse con el año electoral.